Valentia Mediaevalis : Veinticuatro pasajes del Antiguo Testamento en la puerta románica de la Catedral de Valencia. (2ª parte).
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domingo, 13 de marzo de 2016

Veinticuatro pasajes del Antiguo Testamento en la puerta románica de la Catedral de Valencia. (2ª parte).


Tercera columna. Escena 1.





"Después de la creación de Adán, la de Eva. "immisit Dominus Deus soporem in Adam: cunque obdormisset, tulil unam de costis eius et replevit  carnem pro ea. Et aedificavit...costam...in mulierem (Génesis, II, 21, 22)."

De este modo comienza el canónigo de la Catedral de Valencia D. Roque Chabás, la descripción del primer pasaje de la tercera columna de la portada románica de la Catedral: La creación de Eva.


Nuevamente nos encontramos ante un pasaje bastante deteriorado. Jehová, a quién le falta la cabeza, se encuentra situado a la izquierda,  como en el resto de escenas, y moldea con sus manos uno de los brazos de Eva, a quien desgraciadamente también le falta la cabeza, y que surge de la espalda de Adán, quien dormido, aparece en una posición bastante "violenta" y complicada, tal y como apunta el historiador Cid Priego.

el canónigo Chabás también comenta esta extraña posición en la que se encuentra Adán, apuntando que debido a ello, y para que la figura de Dios no se inclinase demasiado en la escena para la creación de Eva, el artista cantero "puso debajo de la cabeza del primer hombre unas piedras que levantan mucho su cuerpo."

No se fija en este detalle Cid Priego, quien sin embargo si lo hace en el otro brazo de Eva, el cual está ya totalmente formado, y sobre el que dice que "..se contrae, probando sus fuerzas, recién nacido a la vida, en un esfuerzo doloroso que marca músculos y tendones. En su afán primario de funcionar se agarra, crispado, a lo primero que encuentra, que son las vestiduras de su Creador", lamentando seguidamente la pérdida de la cabeza de Eva, "pues sería curioso saber cómo resolvió el artista su sorpresa al nacer a la vida y enfrentarse, aún imperfecta, con el Supremo Artífice."




Tercera columna. Escena 2.



Representa este pasaje al pecado original: "vio la mujer que el árbol era de buen fruto para comer...y tomó de su fruto y comió: y dio a su marido y también este comió (Génesis, III, 6)".

Tres son los elementos que encontramos en esta escena: en el centro, el árbol del Bien y del Mal, donde se enrosca la serpiente, la cual se encuentra rota, y que da a Eva el fruto prohibido. Eva se encuentra a la izquierda de la escena, faltándole gran parte de la cabeza,  y quien según apunta Cid Priego, parece sostener el fruto en su mano.

Completa la escena Adán, a la derecha, muy deteriorado, ya que le falta parte de una pierna y la cabeza, a excepción de la barbilla. Llama poderosamente la atención la posición de sus manos, las cuales están en su garganta, mostrando un gesto de angustia, como si hubiese tragado algún tipo de veneno o ponzoña. Este tipo de representaciones violentas o dolorosas de Adán en la escena del pecado no son para nada extrañas ni inusuales, ya que son usadas con frecuencia por los canteros.

Dice Cid Priego que esta imagen o escena procede de Oriente, donde adquiere gran relevancia en tiempos muy tempranos, comparándolo con un relieve existente en en el monasterio de Ajthmar, en Armenia, de principios del Siglo X.

Afirma este historiador que la imagen llegó a Occidente por medio de  diversos códices, entre ellos el Codex Vigiliani, procedente del monasterio de Albelda, en la Rioja, y datado en el siglo X, donde aparece la escena del pecado original con la misma disposición, adoptada después en los capiteles románicos.

Escena del pecado original del Codex Vigiliani o Albeldense.



Cuarta Columna. Escena1.



Adán y Eva se esconden del Señor. "Et cum audissent vocem Domini Dei deambulantis in paradiso ad auram post meridiem, abcondit se Adam et uxor ejus (Génesis III, 8)".

Esta es la única escena de todos los capíteles en la que se representa una sola imagen, la de Jehová con su nimbo en el lado izquierdo. Como se puede apreciar, parte de su cabeza a desaparecido debido al paso del tiempo.

Dice Cid Priego que "aparece con las vestiduras recogidas, en una actitud un tanto declamatoria, que parece de orador o actor". Nada más aportan ni Chabás ni Sanchis y Sivera. Apunta sin embargo el canónigo Ángel Oñate que no queda en esta parte del capitel "más que la estatuita que representa a Dios. Lo demás ha sido destruido".

Creo sinceramente, que en esta parte del capitel nada ha sido destruido. Si nos fijamos bien, no hay resto alguno de que haya existido ninguna otra figura tallada en la piedra. Tan solo debemos fijarnos en la cenefa tallada de fondo, la cual se encuentra perfecta. De haber existido allí más figuras, estas cenefas no se encontrarían completas.

¿Y donde están Adán y Eva? Pues lógicamente escondidos, es decir, no están.  Se representa aquí la vergüenza y la humillación que sintieron los primeros humanos y su ocultamiento ante Dios, pero también alude a la conversación que mantienen Dios y Adán (versículos 7-13), por lo que es posible que esta fuera la causa de que Oñate intuyera que faltaban algunas figuras en este pasaje.

Desde luego no es habitual que en el románico se represente esta escena con tan solo la figura de Dios, ya que normalmente suelen aparecer las tres figuras de Jehová, Adán, y Eva.

¿Y por qué esta escena se representó así en la Catedral de Valencia?  La respuesta nos la da el historiador Cid Priego: "Sin duda, el artista tomó el texto bíblico literalmente, suprimiendo por ello la primera pareja, que por estar oculta le pareció no debía de ser visible".



Cuarta columna. Escena 2.




"Jehová viste a la primera pareja" (Génesis, III, 21).  Así titula Cid Priego este pasaje, donde Jehová,  si cabeza,  aparece tocado con el nimbo en el lado izquierdo de la escena, colocando una vestimenta a la figura que tiene frente a él. 

Por su parte, el canónigo Chabás lo titula "Condenación de los pecadores del Paraíso".  Alude el canónigo al Génesis, III, 7, cuando los ojos de Adán y Eva quedan abiertos tras comer el fruto prohibido, pasaje que ocurre después de cometer el pecado, y antes de recibir su castigo. 

Tan solo dice de este capitel el también canónigo Ángel Oñate que "El Señor aparece cual conversando con Adán y Eva, vestidos de túnicas pelíceas". Es extraño, ya que en la imagen tan solo vemos representadas dos figuras, Jehová, y otro personaje que debe de representar a Adán o a Eva, pero que es prácticamente imposible de identificar, ya que no contiene ningún atributo por el que podamos hacerlo.

Tanto Chabás como Cid Priego hacen hincapié en la vestiduras que porta el personaje de la derecha de Jehová. Los dos coinciden en señalar que este tipo de vestiduras, conocidas como "perizómata" largas desde el cuello a los pies, y formada por tiras verticales que a la vez están sujetas por una especie de bridas o abrazaderas, de las que dice Cid Priego que  dan la apariencia de "como si de un tonel se tratase", poco tienen que ver con los ropajes que vistieron Adán y Eva, los cuales debieron de ser cortos, y de tela de "hoja de higuera".


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