Ahí está. La puerta de la
Almoina. Impasible, viendo pasar el tiempo lentamente, testigo del pasado
medieval de nuestra ciudad...si sus piedras hablaran...cuantas cosas nos contarían.
Recibe la portada este nombre, el
de la Almoina, por encontrarse frente a la que fue la antigua Casa de Caridad, institución fundada por el obispo Raimundo Despont en el año 1288, y la cual se ocupaba de dar
alimento y limosna a los necesitados.
Contemplar la portada románica de
la Almoina es todo un disfrute para los sentidos. Sus capiteles historiados
contándonos escenas del Antiguo testamento no pasan desapercibidos para nadie, al igual
que la archivolta que flanquea la puerta, donde encontramos querubines,
serafines, ángeles... incluso la cara del diablo parece querer advertirnos de
nuestros pecados.
¿Y que decir de los magníficos
canecillos que sujetan el alero del tejado?
Las cabezas de siete matrimonios talladas en piedra, los hombres
descubiertos, las mujeres cubiertas con una corona....que perfección de
detalles.
Su precioso ventanal gótico, y
como no, sus marcas de cantero, rematan un trabajo magistral. Desde luego es
una portada digna de admirar, sin prisas, con paciencia, acariciando el sabor
de sus piedras.
Sin embargo, y a pesar de todo lo
antes descrito, hay una piedra que ha despertado siempre una insólita e
inusitada curiosidad y atención, una piedra sobre la que no nos cansamos de oír
teorías y leyendas....la piedra donde el verdugo afilaba su hacha antes de
decapitar a su reo.
¿Cuantas veces hemos escuchado
este relato? ¿Cuantas veces hemos imaginado al verdugo afilando su gran hachón?
Pues nada más lejos de la
realidad. De hecho, ya el conservador de la Catedral, D. Jaime Sancho Andreu,
se encargaba de desmentir este hecho en la conferencia que ofreció en la Real
Maestranza de Caballería de Valencia el pasado año.
¿Entonces, donde tenían lugar las
ejecuciones en la ciudad de Valencia? ¿Que
significado tiene esta piedra?
Como bien apunta el investigador
y filólogo Vicente Adelantado Soriano en su trabajo "La pena de muerte como espectáculo de masas en la Valencia del
Quinientos", la pena de muerte estaba pensada como un castigo
ejemplar, algo que debía de ser visto por la gran multitud, y que sirviera al
mismo tiempo, como escarmiento ante la
muchedumbre.
Desde luego el abanico de
posibilidades para perder la vida ante el verdugo en la ciudad de Valencia era bien amplia. De ellas da buena fe Vicente
Adelantado, indicándonos en cada caso cual debió de ser el pecado o crimen
cometido.
Los acusados por homosexualidad,
adulterio, y herejía, eran condenados a la hoguera. Los nobles, generalmente
eran condenados a la decapitación, Y el resto de penados, sucumbían en la
horca.
Sanchis y Sivera, en su obra "Vida íntima de los valencianos en la época
foral" nos enumera los lugares de emplazamiento donde los reos eran
ejecutados. Los ahorcamientos se realizaban generalmente en la plaza del
Mercado. Allí, el verdugo, más conocido como "Morro de Vaques", acompañaba al culpable, rodeado de
algunos clérigos y cofrades de Nuestra Señora de los Inocentes y Desamparados.
También estos patíbulos se solían levantar tal
y como indica Vicente Adelantado, en la antigua puerta de la mancebía, barrio
que se encontraba extramuros de la ciudad, y que ocuparía lo que hoy son las
calles de Salvador Gines, Alta, Ripalda, y Guillem de Castro, en la plazas de
las Cortes y de Santo Domingo, o bajo el puente de Serranos.
Las decapitaciones se realizaban
frente a la Catedral, pero no en la plaza de la Almoina, sino en la plaza de la
Virgen, frente a la calle Caballeros, o frente al Real, mientras que los acusados de
herejía, adulterio y sodomía, ardían en el fuego en la Pechina, frente al
jardín Botánico.
La Cofradía de de Nuestra Señora
de los Inocentes y Desamparados era la encargada de recoger los cadáveres de
los condenados, enterrándolos en algunos casos en el cementerio de la iglesia
de los Santos Juanes. Años después pasaron a enterrarlos junto al barranco de Carraixent.
La plaza de la Almoina quedaba
reservada para los autos de fe, mediante los cuales los condenados abjuraban de sus pecados y
mostraban su arrepentimiento.
¿Cual es pues el origen significado de las líneas o rayas verticales
de esta piedra de la puerta de la Almoina?
Pues es de lo más simple. Esta
piedra es una piedra arenisca, piedra que solía usarse para afilar objetos
cotidianos, como cuchillos, navajas, o incluso alguna herramienta. Este es el
simple y sencillo significado de los trazos de dicha piedra. Piedras similares y con las mismas marcas podemos encontrarlas, por ejemplo, en Denia o en la Catedral de Barcelona.
Posiblemente después de haber leído
esto, ya no nos sobrecojamos igual que
antes al imaginar al verdugo junto a su
reo cuando contemplemos de nuevo esta
conocida piedra....pero quizás si lo hagamos al pasear por el jardín Botánico,
por la calle Caballeros, o por el puente de Serranos....
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