Es
indiscutible que el casco antiguo de la
ciudad de Valencia tiene cierto sabor a medievo, a historia, y a tradición. Solo tenemos que pasearnos
tranquilamente por sus calles para admirar lo que antaño fue la ciudad. Las
torres de Serrano y de Quart, imponentes
y desafiantes, no dejan indiferente al caminante, podemos tocarlas, sentirlas,
imaginarlas....lo mismo ocurre con la Lonja, la Iglesia de San Juan del
Hospital, la de San Agustín, la de Santa Catalina, el Puente de la
Trinidad...largo y pesado sería aquí el enumerar todas las maravillas
medievales con las que cuenta la ciudad del Campeador, la ciudad del
Conquistador...
Sin
embargo, y a pesar de todas estos pedazos de historia que señalan el pasado
medieval de Valencia, hay uno en concreto, que es capaz de superar por un
instante la sensación que se siente al acariciar con suavidad estas piedras que
hablan en silencio, capaz de superar el sentido del gusto y del olfato al
imaginarnos paseando por las calles medievales que rodeaban la Lonja de los
Mercaderes y sus puestos, capaz de despuntar por encima de nuestra imaginación
al intentar hacernos una idea de como fue la ciudad totalmente amurallada, y
ese pedazo de historia, que no hace falta imaginar, ni tocar, ni si quiera ver,
lo encontramos en la que una vez fue la torre exenta de la Catedral de
Valencia, una magnífica torre octogonal de casi 51 metros de altura, la
encontramos en la torre conocida como el "Miguelete".
Detalle de la Morlana. Catedral de Valencia. |
No
hace falta subir sus 207 peldaños que nos separan del cielo, ni tocar sus
muros, ni siquiera percibir como se construyó tan magnífica atalaya. Tan solo
tenemos que cerrar los ojos y escuchar. Solo tenemos que esperar a que La Morlana, más conocida popularmente
como La Caterina, repique una vez más al cielo de Valencia, tal y como hacía años antes de la construcción del Miguelete,
con su mismo sonido, con su mismo tañido, inmutable durante el paso de los
siglos y de la historia, y es que la Morlana, la Caterina, además de ser la
campana mas antigua de la torre, tiene el honor de ser la segunda fechada de
todas las catedrales de España, y la más vieja en actividad en lo que hoy sería
la antigua Corona de Aragón.
No
cabe duda de que esta vieja campana
tiene algo de especial y atrayente , algo de nostálgico y melancólico, algo
fascinante, fascinación y encanto que queda más que patente en las
palabras de Francesc Llop i
Bayó, presidente de la Asociación de
Campaneros de la Catedral de Valencia, palabras que me voy a permitir la
licencia de reproducir:
"lo
fascinante de esta campana es que proyecta el mismo sonido de la época, es la
única voz que nos queda de entonces y de la torre vieja".
Desde luego que no le falta razón a Francesc
Llop. La Morlana tiene un sonido muy característico, tan característico y
especial es, que ya Jose Texidor y Trilles ( 1694-1775), Bibliotecario del
Real Convento de Predicadores de Valencia, le dedicó unas palabras en su
magnífica obra "Monumentos Históricos de Valencia y su Reino":
"Su Tono es,
sesenta i una comas sobre la María (la cual es la mayor de todas, pesa 70
quintales i su tono perfecto es Fefaut del órgano".
Y
es que esta magnífica campana, de 84 centímetros de
diámetro y 343 kilos de peso, es la única que queda de las seis que se ubicaban
en el conocido como "Campanar
Vell", antiguo campanario de planta
cuadrada y estilo románico que se encontraba en lo que hoy es el actual Museo
de la Catedral, entre la calle Barchilla
y la plaza de la Almoina.
La
Morlana, nombre con el que aparece en la documentación medieval valenciana, fue
fundida en el año 1305 por orden del entonces obispo de la ciudad, el dominico
Ramón Despont, y trasladada al "Campanar Nou" allá por el año 1419.
De
este traslado tenemos constancia gracias a un documento existente por el cual,
el 9 de noviembre del año 1419, los hermanos Juan y Luis Amorós, carpinteros
para más señas, recibían el pago a cargo de la Tesorería de nada menos que
300 florines de oro por el traspaso de
esta campana, siendo testigo de este pago Jaime Pastor.
Sin
embargo, lo que nunca estuvo tan claro
fue su fecha de fundido. Y es que hasta
el año 2001, se daba como válida la fecha de 1350. Fue Salvador Mollá i
Alcañiz, en su obra "Las campanas
Góticas Valencianas", quién elaboró la tesis para poder afirmar con
toda seriedad que esta campana no fue fundida en 1350, sino el año 1305.
Primeramente
veamos el recorrido histórico que se hace de esta campana en el estudio que
lleva por título "Las campanas de
la Catedral de Valencia", trabajo de investigación realizado por
Francesc Llop i Álvaro, y dirigido por
Rafael García Mahíques en el año 2011, y después dejemos que el tratado y estudio de Salvador Mollá hable...
Cierto
es que el primer documento estudiado por Llop y García Mahíquines, "La
Consueta de la Seu de València dels segles XVI-XVII" no aporta pista
alguna para poder fechar la fundición de la Morlana, pero sin embargo, si nos
da una detallada lista de cuando se repicaba o volteaba esta campana.
"La Consueta de la Seu de
València dels segles XVI-XVII", era y es,
un libro o manual donde se iban anotando las tradiciones y costumbres
necesarias para poder desarrollar las numerosos y complejos ritos litúrgicos
oficiados en la catedral de Valencia. Esta Consueta es la más antigua que se
conserva en los archivos de la catedral,
y fue terminada de escribir por el sub-sacristán de la Catedral Pere Martí,
siendo renovada y corregida mediante anotaciones al margen hasta finales del
siglo XVII.
Gracias
a este preciado manual, sabemos que la Morlana se volteaba en caso de temporal,
tormenta, truenos, relámpagos y aire terrible, poniendo siempre el guardián
antes de su toque el Cirio de la Fe ante el Altar Mayor. También volteaba
cuando las procesiones regresaban a la catedral, al igual que para en ocasiones
tocar a "vespres", "vigilia", "matines",
"laudes", o "prima".
Pero
volvamos al tema que nos ocupa. El
siguiente documento estudiado por por Llop y García Mahíquines es la Consueta
de la Santa Iglesia Metropolitana de Valencia. Es en este manual, del siglo XVI, y
transcrito a mano en el año 1935 por José Osset Merle, donde aparece la primera
referencia a la fundición de la campana, diciendo que se llama "Catharina, y dize su rotulo : : Anno 1350, Aue Maria gracia
plena Dominus tecum, benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris
tui. Santa Maria, ora pro nobis. Fenollet Episcopus me fecit fieri”.
Con algunos pequeños, pero insignificantes cambios
en la inscripción, Llop y
García Mahíquines vuelven a encontrar el año de 1350 como fecha de fundición de
la Morlana en entre otros títulos, "el Diccionario
básico y crítico",
publicado en el año 1903 por Ruiz
de Lihori, en el libro que lleva por
título "La Catedral de Valencia", publicado en 1908 por Sanchis
y Sivera, en el "Cuaderno de todos
los toques", de Rafael Aguado
(1912), o en el título "Torre de la Catedral de
Valencia", de Mas Gadea (1976).
Parece más que claro que uno tras otro, todos estos
autores se han basado en la información de "La Consueta de la catedral de Valencia" para dar validez al año de 1350 como año de
fundición de la campana. Y es aquí cuando entra en escena Salvador Mollá i Alcañiz. Este autor, se da cuenta de que hasta el momento, se había
interpretado siempre mal la V gótica de
la fecha, entendiéndola como L. Curiosamente, y entrando también en juego la
travesura del azar, y sobre todo la
suciedad acumulada durante los años, Solo se podía leer la primera letra del
nombre del obispo que ordenó la fundición de la Campana, le letra F.
Es
decir, nos encontramos con un año mal interpretado, 1350, que por puro azar
coincide en tiempo y lugar con la primera letra mal interpretada del obispo,
Hugo de Fenollet, obispo de Valencia desde el año 1348 al 1356.
Continuando
el trabajo de Mollá i Alcañiz, Llop
i Bayó muestra en su estudio "Inventario de las Catedrales de España", como se extiende la inscripción de la
campana en tres líneas, para de este modo, arrojar algo de luz sobre la teoría
propuesta por Mollá.
La primera de ellas contiene la fecha:
+ AÑO DE NUESTRO
SEÑOR DE 1305
La segunda de ellas una oración sencilla a la
Virgen María:
L
+AVE MARIA GRACIA
PLENA DOMINUS TECUM BENEDICTA TU IN MULIERIBUS ET BENEDICTUS FRUCTUS VENTRIS
TUI. SANCTA MARIA ORA PRO NOBIS
(Dios te Salve
María, llena eres de gracia, el Señor esta contigo, bendita tu eres entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Santa María ruega por nosotros)
Y la tercera el nombre del obispo que ordenó la
fundición de la Morlana.
+ FRATER
RAIMUNDUS VALENTINUS EPISCOPUS ME FECIT FIERI
(Hermano Ramón
obispo de Valencia me hizo hacer)
Como podemos apreciar, y tal como apuntan Mollá i Alcañiz y Llop i Bayó en sus estudios, el error de confusión en la fecha
vendría dado por la distinta longitud de los brazos de la letra U, ya que uno
es mas largo que el otro, pudiéndose interpretar que se trata de una L (50) en
vez de una V (5). De hecho, y tal y como apuntan estos autores, se puede
apreciar esta distinta longitud de brazos en la palabra AUE (Ave) de la segunda
línea.
Tras
limpiar bien la tercera línea de la inscripción de la campana, se pudo observar
que la F del nombre del obispo, se transformaba en R, pudiéndose comprobar que
esta vez, y sin la participación del azar, la inicial correspondía
perfectamente con la del obispo del Valencia del año 1305, Ramón Despont,
obispo desde 1289 a
1312. Parece ser que efectivamente, nos
encontramos ante la campana más antigua de la catedral...¿o no?
El
29 de septiembre del año de 1238, un poeta e historiador musulmán, Ibn al Abbar, firmaba entre otros,
el acta de entrega de la ciudad de
Valencia al rey Conquistador.
Abu
'Abdullah Muhammad ibn 'Abdullah ibn Abu Bakr al Quda'i, más conocido por Ibn
al-Abbar, fue en su época uno de los más
prestigiosos historiadores y poetas del ámbito intelectual valenciano.
Escribió grandes biografías, y maravillosas poesías, pero las últimas líneas
que escribió en su querida y amada ciudad de Valencia, también fueron las más amargas. Porque Ibn al Abbar, además de ser un gran historiador y un magnífico poeta, también fue un notable
diplomático, siendo el encargado de redactar las capitulaciones de la ciudad.
Y
es que la toma de Valencia por parte de Jaime I, vino de la mano de la toma de
torres y minaretes por parte de las campanas. De hecho, con estas sentidas
palabras, el poeta musulmán escribía estas palabras tras la entrada cristiana
en la ciudad:
“!Pobre Balensiya! La voz que
llamaba a la oración de las torres ha sido sustituida por el ruido de las
campanas”.
Así
pues, y según cuenta la tradición, el rey Jaime I portaba siempre consigo
algunas de estas campanas de "campaña", las cuales eran de menor
tamaño y peso que las que tiempo después coronarían los campanarios
valencianos, campanas que según se
afirma, utilizaría el Conquistador para que se oficiara la primera misa tras la
conquista de la ciudad.
En
esta misa, que se ofició en lo que hoy es una pequeña capilla que se encuentra
en la parte exterior del ábside, Jaime I rezó en honor a Sant Jordi,
brindándole la victoria sobre los musulmanes.
Y
es esta misma tradición, la que afirma que las dos campanas que se encuentran
frente a la sacristía de la Catedral, son las mismas que el Conquistador
utilizó para que se oficiara la primera misa tras la conquista, y aunque lo
cierto es que no existe ninguna documentación histórica para poder afirmar esta testimonio, no menos
cierto es que todas las pruebas realizadas a estas pequeñas campanas afirman
sin duda que por sus características son piezas del siglo XIII.
Impresionante!!, no puede ser mejor. Gracias por compartir sabiduría.
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