Valentia Mediaevalis : Tras los documentos del Santo Grial. El Santo Cáliz. Entre mitos y pergaminos hasta el año 1399.
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domingo, 11 de marzo de 2018

Tras los documentos del Santo Grial. El Santo Cáliz. Entre mitos y pergaminos hasta el año 1399.


Entre los años 1181 y 1191 Chretien de Troyes escribía Le Conte du Graal, El Cuento del Grial, obra que sin duda marcaría el comienzo de un mito y una leyenda que pervive hasta nuestros días.

Robert de Boron y Wolfran von Eschenbach fueron quienes realmente desarrollaron esta leyenda haciendo que fuera conocida en toda la Europa medieval, pero, ¿Cuales son los documentos que existen sobre este Santo Cáliz? ¿Qué nos dicen a este respecto los archivos?

Os invito a dar un paseo por los documentos existentes con respecto al Santo Cáliz y su historia, unos conocidos, otros no. Unos verídicos, otros no tanto. Un viaje atractivo y emocionante hasta la entrega por parte de los monjes de San Juan de la Peña de esta reliquia a Martín el Humano en el año 1399, un recorrido que seguro os ayudará a ver esta sagrada reliquia de una forma distinta, alejándonos un poco de leyenda, y entrando aunque sea de puntillas en la documentación.



Ilustración de un manuscrito de Perceval o el cuento del Grial (siglo XIII)



Parece ser que la primera constancia documental que tenemos sobre el Santo Cáliz la encontramos en la Biblioteca Nacional, en un pequeño libro del siglo XVII  signado con el número 3/28506, y que lleva por título Vida y martirio de el glorioso español san Laurencio: sacados de vnos antiquissimos escritos del Abad Donato, obra del padre Buenaventura Ausina. Decía el padre Buenaventura, que su pequeña biografía sobre este santo,  no era más que una traducción de un manuscrito original del siglo VI obra del abad Donato, manuscrito en el que se narraba la vida y obra de San Lorenzo, y donde se contaba como el papa Sixto II  le confió el preciado Cáliz, y como el propio santo, antes de su martirio, le dio al legionario Precelio Algunas memorables reliquias, de forma que pudiera enviarlas a Hispania, y que entre ellas estaba la copa en la que Cristo consagró su preciosa sangre la noche de la Última Cena.

Así lo defendía la investigadora norteamericana Janice Bennet en las ponencias del I congreso internacional "Valencia, la ciudad del Santo Grial" que se celebró en esta ciudad entre el 7 y el 9 de noviembre del año 2008,  y tal y como apuntaba en el capítulo 8 de su obra St. Laurence. The Holy Grail. The Story of The Holy Chalice of Valencia publicada en el año 2002.




Portada del libro de Janice Bennett, St. Laurence. The Holy Grail. The Story of The Holy Chalice of Valencia.



Lástima que esta investigadora norteamericana desconociera que el padre Buenventura Ausina no era más que el seudónimo de Lorenzo Mateu y Sanz, y que su traducción sobre la vida y obra de San Lorenzo, no era más que uno de los llamados falsos cronicones.

Jamás existieron estos escritos del abad Donato sobre San Lorenzo, y así lo habían desmentido ya entre otros, Nicolás Antonio, en su Censura de historias fabulosas, José Antonio Pérez de Benitía, en su Verdad vindicada, o José Godoy Alcántara en su obra Historia crítica de los falsos cronicones.

Por lo tanto, debemos desechar este primer documento como auténtico y fidedigno, no dándole más interés que el de la leyenda y el mito.

En el año 2014, los doctores Margarita Torres Sevilla, doctora en Historia Medieval, y Jose Miguel Ortega del Río, doctor en Historia del Arte,  publicaban un ensayo titulado Los Reyes del Grial. En este trabajo, utilizaban el hallazgo hecho por el arabista Gustavo Turienzo en la biblioteca de la Universidad de  Al-Azhar, en El Cairo, para demostrar que el Cáliz de doña Urraca,  el cáliz leonés, era el auténtico y verdadero Cáliz de la Última Cena, afirmando por lo tanto que el cáliz valenciano no era el auténtico. Incluso llegaron a decir de este ensayo que era nada menos que el trabajo definitivo.

¿Pero que encontró Turienzo en El Cairo? ¿Tan importante fue el hallazgo para que Margarita Torres y Jose Miguel Ortega publicaran este ensayo?



Portada de Los Reyes del Grial, de Margarita Torres Sevilla y Jose Miguel Ortega del Río.


Pues lo que encontró Gustavo Turienzo fueron dos documentos árabes en los que se mencionaba la "copa del Mesías". El primero de ellos era un manuscrito anónimo que contenía una narración atribuida a Ab-I-Hasan Alî ibn Yûsuf al-Qifitî (1172-1248), manuscrito en el que se narraba como el emir de Denia, Alî Iqbâl al Dawla pedía al califa fatimí al-Mustançir el Santo Cáliz para entregárselo al rey Ferdinand al-Kabir, es decir, a Fernando el Grande, rey de León.

El segundo de ellos, también anónimo, cuenta como Saladino curó a su hija con una esquirla del  Santo Cáliz que había sido arrancada antes de que al-Mustançir se lo mandara al emir de Denia.

Por su parte, Turienzo publicaba al año siguiente un estudio sobre estos documentos titulado De dos pergaminos árabes y un cáliz supuestamente milagroso, estudio publicado en el número 43 de la Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos. En este artículo, declaraba con respecto al cáliz, que del contenido de ambos pergaminos no puede deducirse, en modo alguno, que éste fuera finalmente trasladado a la Península Ibérica, y aún menos que fuese entregado a Fernando I.

Desde luego las críticas a la interpretación y traducción hecha por Margarita Torres y Jose Miguel Ortega sobre estos documentos, y la afirmación hecha en cuanto a la autenticidad del Cáliz de doña Urraca,  no se hicieron esperar.  Quizás uno de los más críticos fuera el arabista del CSIC Luis Molina, quien escribía un artículo al respecto titulado  La "invención" de una reliquia en el siglo XXI:  el Grial de León en las crónicas árabes.

El historiador leonés Carlos Javier Taranilla de la Varga, el profesor de historia medieval de la Universidad de Huelva Alejandro García Sanjuán, el medievalista Patrick Henriet, el catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid Carlos Ayala... todos ellos coincidían en afirmar que este ensayo carecía de todo rigor histórico.

Incluso Gustavo Turienzo afirmaba que los dos documentos encontrados en El Cairo carecían de la datación carbónica, por lo que también carecerían del rigor científico necesario para hacer las afirmaciones hechas por los autores de Los Reyes del Grial.

Una vez más debemos hacer el caso justo a estos dos documentos, ya que de ninguna de las maneras podemos afirmar su autenticidad.

Juan Agustín Carreras Ramírez y Orta, quien fue canónigo magistral en la Catedral de Santa María la Mayor de Calatayud, en la de Zaragoza en el año 1691, y años más tarde, examinador de las catedrales de Valencia y Huesca, aseguraba en su trabajo publicado en el año 1698 y que llevaba por título Flores lauretanas del pensil oscense, y vida de San Lavrencio mártir, que en el Archivo del monasterio de San Juan de la Peña, existía un documento fechado el 14 de diciembre del año 1134, en el cual ya aparecía citado el Santo Cáliz:

...en su archivo depositado, como consta de un acto, testificado en el año 1134, a 14 de diciembre, en el cual se leen estas palabras: en un arca de marfil está el cáliz en el que Cristo Nuestro Señor consagró su sangre, el cual envió San Lorenzo a su patria Huesca...

Folio 101 donde Juan Agustín Carreras Ramírez habla del documento fechado en el año 1134 donde se nombra al Santo Cáliz.


Por desgracia, y por mucho que se ha intentado buscar este documento, jamás ha sido encontrado. Sin embargo, sí sabemos gracias a una copia del siglo  XVI del Liber Privilegiorum de San Juan de la Peña, una recopilación de todos los documentos y pergaminos existentes en el Archivo de  San Juan de la Peña ordenada por el abad Fenero, y que se conserva en la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza,  de la existencia de un documento de  donación hecho en  Jaca en noviembre del año 1135 por el cual Ramiro II el Monje, donaba a los monasterios de San Juan de la Peña y de Santa María de Iguácel, el lugar de Garcipollera y  los terrenos de Villanovilla y Bescós, como compensación por el cáliz de piedra preciosa que le dieron (folio 649 del Liber Privilegiorum)

Siempre se ha querido ver en este cáliz de piedra preciosa, el cáliz que años más tarde donaría el rey Alfonso el Magnánimo a la Catedral de Valencia, sin embargo, al estudiar este documento, datado como dijimos in urbe Iacea, podemos ver como  el precioso cáliz de piedra, pro illo Caliçe de lapide pretioso... et tabula argentea, junto a otras alhajas y joyas, iban a ser destinados pro moneta iaccense fabricare, insistiendo el rey de nuevo más tarde en que todo lo donado por estos monasterios sería pro mea moneta facere de Iacea. Es decir tanto el cáliz como la tabla de plata dorada, la cual llegó a pesar 400 marcos,  junto con el resto de joyas y una urna repleta de piedras preciosas, iban a ser empleados para la fabricación de moneda jaquesa. Por si esto todavía no hubiese quedado del todo claro, Ramiro II volvía a reiterar el motivo de estas donaciones al fimar y fechar el documento, et ipso die mutauitdomnus rex illa moneta de Iacea, es decir, la acuñación de nueva moneda de Jaca o jaquesa.

Juan Briz Martínezhistoriador y doctor en teología, y quien fue abad del monasterio de San Juan de la Peña desde el año 1614,  mantenía y defendía esta tesis afirmando que este cáliz era efectivamente el de Jesucristo, teoría que publicaba en su obra Historia de la Fundación y Antigüedades de San Juan de la Peña.


Folio 2013 del libro Historia de la Fundación y Antigüedades de San Juan de la Peña de Juan Briz Martínez en el que hablaba del cáliz donado a Ramiro II.


Sin embargo, como hemos podido ver, el afán de Ramiro II no era precisamente el de coleccionar reliquias, sino el de acuñar una moneda más fuerte con la que hacer frente a las deudas y campañas  en las que se encontraba inmerso.

Siguiendo la cronología de los diversos trabajos de investigación existentes sobre la documentación relacionada con el Santo Cáliz, la siguiente mención que encontramos está fechada en el año 1173, y pertenece curiosamente a un donación testamentaria del mismo Ramiro II.

¿Cómo es posible que este documento esté fechado en el año 1173 si  Ramiro II murió en el año 1157?  Muy sencillo.

Este documento que se encuentra en el Archivo Histórico Nacionalcarpeta 712pergamino 19, está  fechado no en el año 1173, sino en la era de 1173, es decir, en el año 1135, más concretamente el 1 de noviembre, por lo que sería anterior al documento antes visto.

En este documento, efectivamente se mencionaba un cáliz, pero no  de piedra preciosa, sino de oro, cáliz que el monasterio de San Juan de la Peña había donado anteriormente a Ramiro II junto a 885 piedras preciosas, una estola, un manípulo, y junto a un ferrón de plata. Este tipo de donaciones debían de ser más habituales de lo que parece, ya que en otra ocasión el monasterio de San Juan de la Peña donaba nada menos que 500 marcos de plata a Ramiro II. Poco después, el rey les compensaba otorgándole las iglesias de San Martín y Santa Cruz de Biel.


Ramiro II, según una miniatura del Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela.


Es curioso que desde ese año, 1135, se le pierda la pista al Santo Cáliz hasta nada menos que el año 1322, año en el que Jaime II, le pide nada menos que al sultán de Egipto, la Vera Cruz y el Cáliz de la Última Cena. Así lo afirmaba el catedrático Antonio Beltrán Martínez, cronista de Zaragoza y autor del libro publicado en el año 1960El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia. En este documento conservado en el Archivo de la Corona de AragónJaime II, pedía al sultán Abifat Mahomet lo calze en que Jhesu Christ consegrà lo día de la Cena.

Es al menos sorprendente,  que el mismísimo rey de Aragón desconociera de la existencia de esta reliquia que supuestamente se encontraba en el monasterio de San Juan de la Peña, y más, si tenemos en cuenta que el propio Jaime II ya había pedido anteriormente a este monasterio otras reliquias, como la solicitada en el año 1309 para que le fuera entregado el brazo de San Indalecio que se veneraba en San Juan de la Peña. Así lo recogía Zurita en sus Anales de la Corona de Aragón:


Procuró antes con el Abad de San Juan de la Pefla que le diese un brazo o alguna reliquia del cuerpo de Sant Indalecio, obispo que fue en la primitiva ciudad de Urci, de cuyas ruinas se fundó Almería, así por la devoción que tenía en aquel glorioso santo que fue discípulo de Santiago cuya memoria y santidad era muy reverenciado en este reino, como por haberle tomado por su patrón en aquella expedición...

Desde luego este documento, el enviado al sultán de Egipto, es un documento de lo más interesante. Y aunque es cierto que se nombra en algunos de los círculos de estudio en torno a la ruta del Santo Cáliz, y ha sido incluso utilizado como arma arrojadiza entre los que defienden como auténtico el cáliz de doña Urraca, y los que defienden a capa y espada la autenticidad del cáliz de Valencia, jamás se a mostrado.

Pero hoy, vamos a darlo a conocer. Pero tal y como podemos ver en este documento que se encuentra en el Archivo de la Corona de Aragón, registro 338 folio 138 Jaime II no solo mandaba una embajada  al sultán Abifat Mahomet para que le cediera el Santo Cáliz. También nos documenta como  Jaime II pretendía dejar en manos de los frailes predicadores la administración del Santo Sepulcro, o como además del cáliz, le pedía la Vera Cruz y el corazón de Santa Bárbara:


. . . Item preguen lo solda de part del rey Darago, que per fer li seynalada honor et per mostrarli special amor li placia atorgar et ordonar la guarda et la administracio del sant Sepulcre per tots temps a la orde dels frares Preycadors, qui es fort aprovada orde en la Crestiandat. Axi empero quels dits frares, qui en lodit serviy seran deputats, sien tota hora naturals dels regnes et deles terres deldit rey Darago. E deu mes plaer al solda, que la dita aministracio sia comanada per ell a religioses Latins, que a Grechs ne daltres nacions. E que als dits frares vulla atorgar per lur habitacio les cases, que foren del patriarcha, per ço con son contigues al loc del sant Sepulcre. 
Item li diguen el preguen tant, con pusquen, que, con lo rey Darago, axi con a ell et als altres reys et princeps et altres Crestians del mon se cove, haia gran devocio en la vera creu, e haia entes, quel soldan ne ha en son tresor en gran quantitat, et haia entes encara, que ell ha lo calze, en que Jhesu Christ consegra lo dia dela cena, que li ho vulla trametre per los dits missatges. E haura li mostrada molt seynalada amor. E encara lo cors de santa Barbara, lo quäl es en son poder.
Item sien informats los missatges de procurar et de haver ab tota diligencia del solda, siu ha en son poder, hon pora trobar et hauer, con mils puxen, de una manera de pedres, qui en lenguatge de Persia es apellada Betzaar, qui es pedra de mena, e fas en les parts de India, e segons que metges dien, val contre tot veni, e ... de moltes colors, entre les quals dien los savis, que val mes la groga, e puys la vert, et puys la foscha.

¿Llegó el sultán a contestar al rey de Aragón? ¿Le envió tan codiciada reliquia?

La historiadora leonesa Margarita Torres, defensora de la teoría que da veracidad al cáliz de doña Urraca como el verdadero cáliz de la Última Cena, decía hace un tiempo tener la respuesta. El sultán contestó a Jaime II en los siguientes términos: no te puedo enviar lo que ya está en España, no es mi culpa si no está en tu tierra.


Si curiosa resultaba la petición de Jaime II al sultán, no menos curiosa era su supuesta respuesta. ¿Cómo era posible que el sultán de Egipto supiera que el Santo Cáliz se encontraba en la península y sin embargo el rey aragonés lo desconociera?

¿Realmente esta fue la respuesta del sultán, o le envió a Jaime II lo que creía era la copa de Cristo?

Sea como fuere, lo cierto es que unos años más tarde, en el año 1327, la reina Elisenda, esposa de Jaime II, y con motivo de la fundación del monasterio de Santa María de Pedralbes, volviera a escribir al sultán pidiéndole de nuevo el cors de Santa Barbara ho partida daquell et lo braç de sent Simeon et daltres reliquies de honrats sants, que sien en vostra senyoria, es decir, el corazón de Santa Bárbara, así como el brazo de San Simeón  y otras reliquias de santos que se encontraban en su poder. Sin embargo, esta vez, no se hacía ninguna mención al Santo Cáliz.

El canónigo de la Catedral de Valencia,  Juan Ángel Oñate, nos daba en su obra publicada en el año 1952 y que llevaba por título El Santo Grial, su historia, su culto y sus destinos, una interpretación que podría ser del todo válida. El sultán accedió a la petición de Jaime II, enviando el que creía era el Cáliz de Cristo. Sin embargo, al encontrarse ya éste en San Juan de la Peña, el preciado vaso egipcio acabaría siendo el pie del conjunto que hoy podemos admirar.

No volvemos a tener noticia documental del Cáliz hasta unos años después, más concretamente hasta el año 1399. En ese año, el 29 de agosto y desde Zaragoza, tal y como podemos ver en el documento signado con el número 2242folio 171, de la Cancillería Real del Archivo de la Corona de Aragón, el rey Martín el Humano pedía a los monjes del monasterio de San Juan de la Peña, para mostrárselo a unos extranjeros:


Rogamos vos muyt affectuosament que luego encontinent vengades a nos aportades el cacler de pieda con el qual celebrades e traver la carta del rey qui el dito caliz die al vuestro monasterio. E esto per res no mudades ni ditalesdes como nos lo queramos veyer e ensenyar ad algunos strangeros que sont aqui con nos.Dada en Caragoça dius nuestro siello secreto a XXIX dias d Agosto del anyo de Nuestro Senyor MCCCXCVIIII.Rex Martinus dirigit priori Sacti Johannis de la Penya.Dominus Rex mandavit mihi Berengario Sarta.

Retrato de Martín I en el retablo de San Severo.

No sabemos si los monjes accedieron a la petición del rey, lo que sí sabemos es que pocos días después, Martín el Humano volvía a escribir de nuevo a los monjes de San Juan de la Peña  por el asunto del Cáliz.

Dos son los documentos que encontramos fechados el 23 de septiembre del año 1399. El primero de ellos se encuentra registrado con el número 2243, folio IXv en el Archivo de la Corona de Aragón. En este pergamino, el rey Martín pedía al capítulo del monasterio de San Juan de la Peña entregaran el Cáliz de la Última Cena al arzobispo de Atenas, quien era su capellán:


Lo Rey.- Sepades que sobre el feyto del caliz de pedra del qual havemos estato otra vegada havemos informado de mi intentio largament el reverent pare en Christ el arquebisbe de les athenienses capella mio el qual enviamos alla per la dita raho porque vos rogamos affectuossament de ceder al dito arquebisbe de todo aquello que vos dira de ma part por el dito fecto assi como si nos vos la decision dada en Çaragorça sous mon sello secto a XXIII dies de setembre de l´any de Nostre Senyor Jesuchrist MCCCXCVIIII.- Dirigit al capitolo de Johanes de la Penya.

El segundo de los documentos, está signado con el número 2243 folio Xr, y nuevamente el rey volvía a pedir, esta vez al paborde de San Juan de la Peña, el Santo Cáliz:


Lo Rey.- Prior Gabriel sobre el cáliz de pedra del qual vos havemos estado otra vegada havemos informado de mi intencion largament el reverend pare en Christ el arquebisbe de Athenas capella mio el qual enviamos alla per la dita raho. Porque vos rogamos affectuossament de ceder al dito arquebisbe de todo aquello que vos dira de ma part por el dito feyto assi como si de nos fos la decission dada en Caragorça de mon sello secto a XXIII dies de Setembbre de l´any de nostre Senyor Jesuchrist MCCCXCVIIII.- Dirigit paborde de Johanes de la Penya.

Finalmente y tras la insistencia del rey, el 26 de septiembre de ese mismo año, 1399, el prior del monasterio de San Juan de la Peña, en el palacio real de la Aljafería de Zaragoza, donaba a Martín el Humano el Santo Cáliz de Jesucristo, suscribiendo esta donación el secretario real Berenguer Sarta:


In Dei nomine. Pateat universis quod cum Excellentissimus Princeps et D. Dominus Martinus Dei gratia Rex Aragonum, Valentiae, Maioricarum, Sardiniae et Corsicae, Commesque Barcinonae, Rossillionis et Ceritaniae desideraret et affectaret multum, habere in Capella sua illum Calicem lapideum cum quo Dominus noster Jesus Christus in sua sancta Coena Sanguinem suum preciosissimum consecravit et quem beatus Laurentius, qui ipsum habuit a Sancto Sixto existente Summo Pontifice cuius discipulus erat ac Diaconus sanctae Mariae in domnit. misit et dedit cum eius littera, monasterio et conventui Sancti Joahnnis de la Penya, sito in montaneis Jaccae Regni Aragoni, cum quo Calice postea abbates, priores et presbiteri dicti monasterii consecrare consueverunt. Et pro dicto habendo Calice, dictus Dominus Rex, Reverendum in Christo Patrem Antonium Archiepiscopum Athenarum consiliarum suum ad dictum monasterium destinasset. Tandem die veneris, intitulata vicesima sexta die Septembris, anno a nativitate Domini millesimo trecentesimo nonagesimo nono, dictus Reverendus Archiepiscopus et religiosus frater Bernardus prior claustrii dicti monasterii, fecerunt relationem praedicto Domino Regi existenti in sua capella minori Aljaferiae civitatis Caesaraugustae, quod explicata credentia per ipsum Archiepiscopum ex parte dicti Domini Regis conventui praedicti monasterii omnes priores et monachi ipsius monasterii tenuerunt capitulum super traditione calicis supradicti. Et finaliter deliberarunt concedere dictum Calicem, nemine discrepante, Domino Regi prae- dicto. Quibus recitatis praedictus prior nomine suo et dicti monasterii, praesentavit dicto Domino Regi, et tradidit in manibus suis Calicem lapideum. Et ipse Dominus Rex, recepto in manibus suis Calice supradicto, volens facere dicto monasterio gratiam aliquam pro eodem, dedit et tradidit in manibus dicti prioris, ad opus monasterii jam dicti, unum calicem aureum capellae suae ponderantem, ad pondus Caesaraugustae, marcos quinque et unciam unam, in quo quidem calice aureo supradicto sunt signa sequentia, videlicet, in pede tres esmalti, duo timbra et unus crucifixus Jesu Christi, et in pomo, qui est in medio, sex esmalti, duo ad signum Aragonum, duo regales et duo Sancti Georgii cum, et in patena est unus esmaltus Dei Patris. Quam quidem donationem de praedicto calice aureo, fecit praedictus Dominus Rex monasterio supradicto sub tali conditione, videlicet, quod ipsum calicem abbas majoralis et priores praedicti monasterii nec vendere nec impignorare possint seu valeant ullo modo, quinimo calix ipse serviat dicto monasterio et ad sui servitium sit solummodo deputatus. Et de praedicto calice non vendendo et impignorando dicti abbas majoralis et priores qui nunc sunt et pro tempore fuerint, teneantur juramentum praestare. Qui quidem prior recepto dicto calice aureo cum sua patena praedicta a Domino Rege praedicto, cum gratiarum actione, promissit dictum pactum de non vendendo nec impignorando, calicem supradictum servare quantum in eo fuerit et in traditione per ipsum fienda de eodem calice conventui supradicto servari facere dictum pactum per dictum conventum, prout superius continetur. De quibus omnibus et singulis supradictis Dominus Rex jam dictus, mandavit per me Berengarium Sarta, secretarium suum, praesens fieri instrumentum in testimonium praemissorum, praesentibus testibus nobilibus Berengario de Crudiliis, Rogerio de Montecateno et Olfo de Proxida, militibus consiliariis et camarlengis dicti Domini Regis.Signum mei Berengarii Sarta, secretarii dicti Domini Regis et auctoritate regia notarii publici per totam terram et dominationem ipsius Domini Regis qui praedictis ut continentur superius interfui, et haec scribi, feci et clausi.Exemplum hujusmodi instrumenti, in his duobus papyri foliis expressum, ego Raphael Domenec, S. C. R. majestatis archivarius, et scriba mandati, per totam terram et ditionem suam notarius publicus Barcinonae populatus, sumpsi ab ejus originali inserto in charta pergamena de numero primo intitulata, recondita in armario primo instrumentorum facientium pro negotiis generalibus Cathaloniae, regii archivi et legitime comprobavi et ut fides plenior impendatur, die tertio Maii anno a nativitate Domini millesimo sexcentisimo vicesimo septimo, meum hic appono signum.
Ego Michael Pérez catholicae et regiae Majestatis mandati scriba Regens protonotariam in presenti locumtenentia generali Cathaloniae Barcinonae populatus attestor quod supradictus Raphael Domenec qui hujusmodi exemplum subsignavit et clausit est domini nostri Regis archivarius et scriba mandatis Barcinonae populatus fidelis et lega lis ejusque instrumentis et scripturis publicis et autenticis huic similibus in judicio et ex fide indubia ab omnibus adhibetur et adhiberi solet. In quorum testimonium praesentem manu propia subscripsi et regio sigillo parvo in posse meo existenti munivi. Barcinonae die quarta mensis Maii anno a nativitate domini millesimo sexcentesimo vigesimo septimo. Michael Perez.




En el nombre de Dios. Sea á todos manifiesto que como el excelentísimo príncipe y señor Don Martín, por la gracia de Dios rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Córcega, y conde de Barcelona, del Rosellón y de la Ciretania, haya deseado y procurado con ahinco tener en su capilla real aquel Cáliz de piedra en el cual nuestro Señor Jesucristo, en su santa Cena, consagró su preciosa Sangre, y que el bienaventurado Lorenzo, que lo recibió de San Sixto, entonces Sumo Pontífice, cuyo discípulo era, y diácono de Santa María in domnit., envió y dio con una carta suya al monasterio y convento de S. Juan de la Peña, situado en las montañas de Jaca, del reino de Aragón, con cuyo Cáliz, los abades, priores y sacerdotes del monasterio acostumbraban después á consagrar; y para tener dicho Cáliz el referido señor rey envió al mismo monasterio al reverendo en Cristo padre Antonio, arzobispo de los atenienses, consejero suyo. Finalmente, el viernes que contábamos día 26 de septiembre del año de la natividad del Señor 1399, el dicho reverendo arzobispo y el religioso Fr. Bernardo, prior del referido monasterio, manifestaron al señor rey, estando en su capilla menor de la Aljafería de la ciudad de Zaragoza, que explicada la credencial, de su parte á los frailes de dicho monasterio, todos los priores y religiosos, reunidos en capítulo sobre la entrega del sagrado Cáliz, deliberaron unánimemente concederlo al señor rey.Hecha su relación el prior, en nombre suyo y de su convento, presentó al señor rey y entregó en sus manos el Cáliz lapídeo; y el señor rey, recibido en sus manos el Cáliz, queriendo hacer alguna gracia por ello al monasterio, dio y puso en manos del prior, para el servicio del dicho monasterio, un cáliz de oro de su capilla, de cinco marcos zaragozanos y una onza de peso, en el que se hallan las señales siguientes, á saber: en el pie, tres esmaltes, dos timbres y un Cristo crucificado, y en el pomo, que está en medio, seis esmaltes, dos con las armas de Aragón, dos con las insignias de los reyes y dos imágenes de San Jorge con una cruz, y en la patena tenía esmaltado al Padre Eterno.De este cáliz de oro hizo donación el señor rey al monasterio indicado, con la condición de que el abad mayor y priores del mismo no puedan vender ni empeñar dicho cáliz por ningún tiempo, para que sirva á dicho monasterio y sea destinando á su servicio solamente. Y de no vender ni empeñar dicho cáliz el abad mayor y priores que ahora son y por tiempo serán, tienen que prestar juramento. El dicho prior, recibido del señor rey el cáliz de oro con la patena, prometió, con rendidas gracias, el indicado pacto de no venderlo ni empeñarlo, y guardar el referido cáliz, en cuanto de su parte estuviera, y en la entrega que de él había de hacer al convento, obligar la observancia de dicho pacto, como arriba se dice.De todas y cada una de dichas cosas, el señor rey mandó á mí, Berenguer Sarta, secretario suyo, que me hallé presente, hacer un documento en testimonio de lo que antecede, en presencia de los nobles testigos Berenguer de Cruilles, Roger de Moncada y Olfo de Próxida, caballeros consejeros y camarlengos del dicho señor rey.Señal de mí Berenguer Sarta, secretario de dicho rey, y por su autoridad real notario público por todas sus tierras y señoríos, que con los dichos intervine, como se contiene anteriormente, y lo hice escribir y cerré, etc.


El original de este documento se encuentra en el Archivo de la Corona de Aragón, signado con el número 136 de la colección Martín el Humano, existiendo también una copia en el Archivo de la Catedral de Valencia, pergamino signado con el número 2474.

¿Pero que ocurrió con el Santo Cáliz desde septiembre de 1399 hasta la entrega realizada por Alfonso el Magnánimo a la Catedral de Valencia el 27 de septiembre del año 1437?

Martín el Humano construyó una capilla real en su palacio para conservar todas las reliquias que tenía en posesión. Esta capilla real no sería una capilla normal, ya que el rey le otorgaría funciones catedralicias, de hecho, en ocasiones en las que su relación con la iglesia no era del todo fluida, esta capilla se liberaba de la jurisdicción del obispo pasando a ser jurisdicción única del capellán mayor. De hecho, en el año 1405, Martín el Humano escribía al papa Gregorio VI informándole de su intención de crear un priorato cisterciense en honor a las reliquias, así como su intención de que los celestinos rigiesen la capilla de las reliquias....

Pero esto, lo dejaremos para un próximo capítulo.



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